Las cataratas más altas del Perú y cómo visitarlas

Imaginar una caída de agua que surge de lo alto, envuelta en niebla y bosque, es como ver la fuerza del Perú en estado puro. Las cataratas más altas del país no son solo un espectáculo visual: conectan historia, comunidad, biodiversidad y una forma de encontrarse con la grandeza natural.
Catarata las tres hermanas: 914 metros de caída escalonada
Un salto fragmentado en tres niveles, cada uno más impresionante que el anterior: eso es lo que ofrece Las Tres Hermanas, con 914 metros de altura total. Está en el Parque Nacional Otishi, entre Junín y Cusco, y solo se ha visto desde el aire porque el terreno la hace inaccesible a pie.
Necesitas un permiso de SERNANP para sobrevolar la zona protegida. Imagínala: tres hilos de agua precipitándose en un cañón cubierto de vegetación virgen. El avión se inclina, el viento sopla y ves que el Perú sigue siendo un secreto bien guardado. Esa altura la sitúa como la más alta del país y tercera del mundo.
Catarata yumbilla: 895,4 metros por senderos comunitarios
Bajar hasta la base de Yumbilla es como entrar a un lienzo verde: un valle lleno de nubes, bosques y vida que termina en una caída después de casi 900 metros desde una cueva llamada San Francisco.
El Instituto Geográfico Nacional le midió la longitud en 2007, avalando los 895,4 metros. Está a unos 70 km de Chachapoyas y a 9 km al noreste de Pedro Ruiz. El acceso comienza por el poblado de Cuispes, y el tramo final atraviesa selva alta, guiado por gente local que ofrece caballos y comida regional. Cuando llegas al “mirador sal si puedes”, entiendes por qué aún no hay autobuses turísticos: da la impresión de estar en un lugar que solo unos pocos de verdad han descubierto.
Catarata gocta: 771 metros y leyenda viva
Quizás la más conocida, Gocta mide 771 metros repartidos en dos tramos. Fue documentada clínicamente en 2006, después de que el explorador Stefan Ziemendorff la midiera para el mundo.
Le decimos “La Chorrera” en sí, y se encuentra cerca de Chachapoyas, entre Cocachimba y San Pablo. Para apreciarla de cerca, se inicia la caminata en Cocachimba —aproximadamente dos horas y media— o puede hacerse a caballo. El camino atraviesa bosque alto, con orquídeas, gallito de las rocas, tucanes, colibríes y hasta osos de anteojos.
También hay hospedajes y servicios bien organizados, y si andas mal de energía, puedes tomar un tour full day que incluye guía, transporte y almuerzo por un precio accesible.
Una leyenda dice que una sirena de cabello rubio y una serpiente guardan el lugar, y que por eso se mantuvo oculta al mundo durante tanto tiempo. Es una forma de sentir que estás en contacto con algo más grande, que no es solo un muro de agua, sino parte de una mitología viva.
Resumen comparativo
catarata | altura total | ubicación | particularidades principales |
---|---|---|---|
Las Tres Hermanas | 914 m | Parque Nacional Otishi (Junín) | La más alta del país, solo accesible por aire |
Yumbilla | 895,4 m | Amazonas (Cuispes) | Acceso por sendero, acompañamiento comunitario |
Gocta | 771 m | Amazonas (Cocachimba, Chachapoyas) | Fácil acceso, servicios turísticos, leyendas vivas, biodiversidad |
Cómo planear la visita
- Para Tres Hermanas, necesitas gestionar un sobrevuelo con SERNANP. Es costoso, pero también exclusivo: no hay veredas, solo paisaje aéreo.
- Para Yumbilla, coordina con guías y asociaciones de Cuispes. Lleva calzado cómodo, agua, algo de comer y ropa para clima variable.
- Para Gocta, puedes reservar desde Chachapoyas tours completos que incluyen transporte, entrada, guía y almuerzo; solo asegúrate de tener reservas al menos con 48 horas de anticipación.
¿La mejor época? De mayo a noviembre en Amazonas: menos lluvias, menos barro, más claridad para apreciar la vista. No hay una única forma de vivirlo: puedes ir a empaparte bajo la bruma de Gocta, caminar por la selva hacia Yumbilla o sobrevolar el silencio que rodea a Tres Hermanas.
Biodiversidad y turismo responsable
Visitar estas cataratas no es solo una experiencia visual: es entrar a ecosistemas vivos, algunos tan frágiles que un cambio pequeño en su equilibrio puede afectar a especies únicas.
En el Parque Nacional Otishi, hogar de Las Tres Hermanas, habitan aves como el guácharo, mamíferos como el jaguar y cientos de especies de plantas endémicas. La zona es un refugio natural casi intocado, y por eso el acceso está restringido: no hay infraestructura turística y la única forma de observarla es desde el aire, minimizando la huella humana.
En Yumbilla, el bosque de neblina actúa como un gigantesco filtro natural de agua, captando humedad y liberándola lentamente a los ríos. Entre su fauna destacan el oso de anteojos, el venado colorado y una enorme variedad de anfibios. La comunidad de Cuispes cuida que el turismo sea de bajo impacto: los senderos son guiados, el número de visitantes se regula y se promueve el uso de caballos locales en lugar de abrir caminos vehiculares.
Gocta, por su parte, ha desarrollado un modelo turístico comunitario más abierto, pero con iniciativas de conservación. El gallito de las rocas, ave emblemática del Perú, se avista con frecuencia en la ruta, junto con colibríes de colores iridiscentes. Los pobladores ofrecen hospedajes familiares, donde parte de lo recaudado se destina a proyectos de reforestación y educación ambiental.
La recomendación es clara: no dejar basura, no sacar plantas ni alimentar a los animales, respetar las zonas señalizadas y, si es posible, contratar guías locales. Así se asegura que las cataratas continúen siendo no solo un espectáculo, sino también un patrimonio natural que perdure para futuras generaciones.
Visitar estas cataratas es dejarse empujar por algo más intenso que el agua: es la belleza que resuena en lo alto, la comunidad que la abraza y una experiencia que se queda contigo.